Perdonadme que haga una alusión personal. Hoy hace cincuenta años que hice la primera comunión. No es una cifra cualquiera. Aunque sólo tenía cinco años, recuerdo perfectamente lo que supuso aquel encuentro personal con Jesucristo en la Eucaristía. Desde entonces comprendí que la Eucaristía es el don más precioso que Dios nos ha dado. Comenzar las obras de la iglesia supone ver más cercana la posibilidad de celebrar la Eucaristía con la comunidad parroquial; por eso es un motivo de inmensa alegría poder decir que ya queda menos.
Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, que es la manera de ser de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo lo que existe es obra y suya. También esta iglesia del Buen Pastor ha de construirse a la mayor gloria de la Santísima Trinidad.
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