En una casa, también en un templo, uno tiende a fijarse en lo que se ve y no tanto en lo que permanece oculto. La casa, como los seres vivos, también tiene sus intestinos, esto es, sus tripas. He aquí una breve muestra, a la que podían añadirse otras muchas, no solo de tubos, sino de cables. A los que somos aficionados a la construcción no puede menos que llenarnos de admiración el ver los grandes avances, también la cantidad de normas de obligado cumplimiento. Es cierto que encarecen la obra, pero no es menos cierto que también tienen su razón de ser y realzan el valor del edificio. La Iglesia del Buen Pastor es un buen ejemplo.
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