Saber estar
"Fue Azaña quien dijo que España había dejado de ser católica. En aquel momento, ciertamente, respondía más a un deseo suyo que a la realidad. Si nos atenemos al momento actual observaremos que los tiempos han cambiado mucho. A pesar de todo, sigue siendo muy importante la influencia de la religión católica en la sociedad española. De hecho son muchas las ocasiones en que las celebraciones religiosas condicionan la vida de los ciudadanos: Navidad, Semana Santa, domingos, fiestas, celebración de bautismos, comuniones, bodas, funerales… y son muchos los días en los que las iglesias se llenan de gente, incluso las calles con las procesiones. En principio no es negativo ni va contra la no confesionalidad del Estado ni contra la libertad religiosa el hecho de que las autoridades civiles, que representan al pueblo, estén presentes en dichos actos. Lo que ya no es tan de recibo es que no sepan comportarse.
Por ejemplo, y estamos hablando de un caso reciente, en una procesión con el Santísimo en la que las autoridades iban hablando de manera ostensiblemente llamativa, sin ningún respeto, dando una impresión lamentable. Si no saben comportarse, es mejor que no asistan. A veces el espectáculo es bochornoso y contraproducente. Otro tanto ocurre con bastante frecuencia con muchas personas que asisten a algunos actos religiosos. Parece que confunden el templo con un recinto ferial. Independientemente de que sean o no creyentes, es preciso saber estar y comportarse con educación, teniendo en cuenta que el silencio es con frecuencia la mejor forma demostrar el respeto. No es solamente cuestión de fe, sino también de buena educación. Evidentemente no es lo mismo celebrar algo en lo que se cree que hacer las cosas simplemente por aparentar. Pocas cosas hay tan bellas como una liturgia cuidada y vivida y pocas tan deprimentes y vacías como esos actos a los que se asiste sin ninguna convicción seria y sincera".
"Fue Azaña quien dijo que España había dejado de ser católica. En aquel momento, ciertamente, respondía más a un deseo suyo que a la realidad. Si nos atenemos al momento actual observaremos que los tiempos han cambiado mucho. A pesar de todo, sigue siendo muy importante la influencia de la religión católica en la sociedad española. De hecho son muchas las ocasiones en que las celebraciones religiosas condicionan la vida de los ciudadanos: Navidad, Semana Santa, domingos, fiestas, celebración de bautismos, comuniones, bodas, funerales… y son muchos los días en los que las iglesias se llenan de gente, incluso las calles con las procesiones. En principio no es negativo ni va contra la no confesionalidad del Estado ni contra la libertad religiosa el hecho de que las autoridades civiles, que representan al pueblo, estén presentes en dichos actos. Lo que ya no es tan de recibo es que no sepan comportarse.
Por ejemplo, y estamos hablando de un caso reciente, en una procesión con el Santísimo en la que las autoridades iban hablando de manera ostensiblemente llamativa, sin ningún respeto, dando una impresión lamentable. Si no saben comportarse, es mejor que no asistan. A veces el espectáculo es bochornoso y contraproducente. Otro tanto ocurre con bastante frecuencia con muchas personas que asisten a algunos actos religiosos. Parece que confunden el templo con un recinto ferial. Independientemente de que sean o no creyentes, es preciso saber estar y comportarse con educación, teniendo en cuenta que el silencio es con frecuencia la mejor forma demostrar el respeto. No es solamente cuestión de fe, sino también de buena educación. Evidentemente no es lo mismo celebrar algo en lo que se cree que hacer las cosas simplemente por aparentar. Pocas cosas hay tan bellas como una liturgia cuidada y vivida y pocas tan deprimentes y vacías como esos actos a los que se asiste sin ninguna convicción seria y sincera".
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