martes, 6 de marzo de 2012

6 de marzo de 2012

El domingo pasado, muy a nuestro pesar, hemos dejado de encender la calefacción. Tampoco había demasiado frío. Los fondos se acabaron. Los gastos son mayores que los ingresos. Así que habrá que tener paciencia y sacrificarse un poco, si es que somos verdaderamente creyentes. El hecho de que no haya calefacción no ha de ser motivo para no asistir a misa, si se ama a Jesucristo. Con lo que salga en la bandeja iremos haciendo frente a otros gastos fijos inevitables, como la luz. Lo que no podemos hacer es ir contrayendo una deuda creciente que nunca podrá ser afrontada. Nada más que saliera de media un euro a la semana por cada persona que asiste a misa, la cosa cambiaría. Pero si no puede ser, no puede ser. Es un poco triste, habida cuenta de que estamos disfrutando de una iglesia y de unas instalaciones en las que ningún feligrés ha puesto un céntimo para su construcción. Es verdad que hay gente bastante generosa que ha ido ayudando a sufragar los gastos, pues las colectas han sido insuficientes. Los ahorros se han acabado. Que nadie se enfade por lo de la calefacción. Antes en los pueblos tampoco la había. Es cuestión de abrigarse un poco más.

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