viernes, 16 de abril de 2010
16 de abril de 2010
Tras cinco años de espera, el ver cómo todo llega y el saber que está ya tan próxima la inaguración de la iglesia es un motivo de alegría, pero también hace que uno en cierta manera se sienta abrumado. Debo reconocer que, gracias a Dios, hay muchas personas que están trabajando enormemente para que todo salga bien: el equipo de liturgia formado por varios sacerdotes, el coro de San Pedro y tantas personas que se están moviendo o que están interesadas en participar... Ayer llegaron ya los primeros bancos, el martes promete ser un día de intensa tarea: llegará el altar, el órgano... Más que la inauguración lo que tengo ganas es de que la iglesia esté, al fin, equipada. Y, sobre todo, deseo que los feligreses se habituen a utilizarla de manera regular y no sólo algunos días....
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