martes, 15 de marzo de 2011

15 de marzo de 2011

Aunque sea tarde, quiero ser fiel a la cita de cada día. A veces falta inspiración. Hoy aprovecharé para publicar aquí la columna semanal que como cada martes publicamos en La Crónica de León. También dedicada a José Ángel:

En el mismo instante en que me disponía a escribir esta columna sonó el teléfono. Apenas había escrito dos líneas sobre el terremoto de Japón, me comunican la muerte de José Ángel, un sacerdote que ejercía en el Centro de Atención Pastoral de Vega de Espinareda. Toda muerte es como un pequeño tsunami que nos deja desconcertados. José Ángel era un cura muy querido por las gentes de la zona y también del resto de la Diócesis de Astorga, de la que era un activo Delegado Episcopal de Catequesis. Aunque su muerte no nos ha cogido de sorpresa, tampoco a él, no por ello es menos dolorosa. Su manera de afrontar la enfermedad y la muerte ha sido todo un ejemplo de saber estar en momentos tan críticos y decisivos de la vida. A su juventud hay que añadir su dinamismo y entrega. En plena Campaña del Seminario, es duro tener que añadir a la sequía vocacional la muerte de sacerdotes como José Ángel, en la plenitud de su ejercicio. Comprendo que sus feligreses y compañeros experimenten ahora una cierta sensación de vacío, no sólo porque era una persona muy abierta y campechana, sino también por su preparación y su saber hacer y organizar.
Hace apenas una semana se nos decía con la imposición de la ceniza aquello de “Acuérdate, hombre, de que eres polvo y al polvo volverás”. Si alguna vez nos acecha la tentación de la soberbia y la autosuficiencia, desechémosla por ridícula. Ni siquiera los países tecnológicamente más avanzados del mundo son capaces de sustraerse a ver cómo en unos instantes todo se va a pique. Lo hemos comprobado estos días en el Imperio del Sol Naciente. Pero sería bueno que en lugar de fijarnos en las limitaciones de la naturaleza y del ser humano, pusiéramos nuestra confianza en el Único que da sentido a la vida humana y a la muerte. José Ángel creyó en Él y dedicó su vida a anunciarlo. Sin duda le ha merecido la pena. ¿No habrá alguno o varios jóvenes dispuestos a seguir sus huellas?

(Para La Crónica de León)

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