Dicen que, cuando se cambia de horario, el cuerpo se resiente, porque los biorritmos se rompen. Será verdad, pero en algunos casos se agradece. Lo agradece especialmente nuestra iglesia de El Buen Pastor. A veces nos hemos preguntado si el cambio de horario es realmente rentable. En nuestro caso sí lo es. Hoy ya no hemos necesitado encender las luces para la misa. Confiamos en que se notará en las facturas de la luz... y en la calefacción. Bendito sea Dios.
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